LETRAS QUE MARCAN

Si una imagen nos dice más que mil palabras, ¿cómo estarán escritas esas palabras? Todo dependería de la imagen, ¿no?

Todos los días las escribimos y las vemos, en nuestros cuadernos, en los nombres de las calles, en un mensaje de WhatsApp, en una historia de Instagram, ahorita mismo las estás leyendo: las letras. Las letras y la tipografía.

Y es que es bien común normalizar y, tal vez, restar valor a lo que damos ya por hecho, porque si ya tenemos Arial, Helvetica y Times New Roman, ¿por qué diseñar más tipografías? ¿Para qué diseñar una sola letra diferente? Así, inconscientemente, pensaba en mis primeros años de carrera.

No recuerdo el momento exacto en el que nació mi interés por la tipografía. Recuerdo más la vez que menor importancia le dí. Fue en una de mis clases con el profesor Ángel Pichardo, siempre entusiasta, ese día nos puso de referencia la tipografía que un mexicano había diseñado para Telcel; Telcel Nova por Gabriel Martínez Meave. Ese fue mi primer gran acercamiento a la tipografía, que tontamente subestimé. Aunque si tengo guardado ese momento, seguro ya existía un interés. Y hasta la fecha me sigue sorprendiendo el hecho de crear una tipografía única como elemento de branding, elemento y recurso que cada vez se ve con mayor frecuencia.

Mi asombro fue creciendo cuando veía a mi amigo Uriel hacer lettering, en su libreta y con herramientas que nunca había visto. Verlo escribir y dibujar letras con la facilidad con la que lo hacía era casi hipnótico, y -de una forma respetuosa- envidiable porque mis manos temblorosas siempre han generado inseguridad en mis trazos. Pero el momento en el que real y finalmente me di cuenta que las letras eran un universo que quería explorar, fue cuando comencé a conocer a Memo Vigil, trabajar a su lado fue lo que me permitió aprender a conocer y crear letras.

Hablando desde mi experiencia, diseñamos un icono o un símbolo para representar una marca, y usualmente buscamos en una biblioteca de fuentes la tipografía adecuada para dicha marca. A una marca la dotamos de personalidad, de características que en conjunto la hacen única, lo mismo que buscamos transmitir con la tipografía con la que la hemos decidido acompañar.

Como diseñadores, y desde un punto de vista específico, no hacemos letras para que se escriban, hacemos letras para que comuniquen, para que las mismas letras nos hablen. Y es que en un mundo en el que intentamos humanizar las marcas, un mismo mundo en el que cada persona es diferente, y que cada persona escribe distinto, podríamos pensar que lo lógico sería crear una tipografía para cada marca, como si la misma marca estuviera escribiendo.

Lo vemos habitual en casos globales como el rebranding de Burger King, en la identidad del FC Barcelona, o más recientemente, la identidad de Pepsi. Marcas que presumen de un reconocimiento global y que pueden permitirse ese ‘lujo’, si así lo queremos llamar.

Pero, empezando con un público más local, como diseñadores y artistas gráficos tenemos en nuestras manos un gran poder, y como dijo el tío Ben: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Ese poder está en el de diseñar la parte visual de una marca, sobre todo lo que todos conocemos como logo, y ahí sí que tenemos la oportunidad de experimentar y jugar con la parte tipográfica, buscando darle un aspecto tan único como la personalidad de la marca. Así como pasa en la ‘A’ de Adobe, la ‘b’ de Beats, o la ‘M’ de McDonald’s.

Todo ésto me recuerda mucho a mi profesora también de la universidad, la Lic. Ileana Corpi, que en alguna ocasión durante nuestros primeros semestres nos mencionaba que como estudiantes aprovecháramos tanto como pudiéramos para experimentar y equivocarnos, pues mientras más íbamos aprendiendo, más limitaciones conoceríamos. Eso lo tengo bien presente, pero no lo veo ya como una restricción, más bien lo trato de tomar como un impulso, porque así como dijo Luis Palencia:

“Las limitaciones crean el espacio perfecto para expandir las ideas... ...Para poder pensar fuera de la caja, primero hay que estar dentro de ella”.

Entonces no, no se trata de crear una letra perfecta, se trata de atrevernos a intentar y darle una oportunidad a la tipografía. Se trata de seguir creando y de seguir acumulando herramientas y recursos para expandir nuestras habilidades y conocimientos.

Porque si en un garabato podemos encontrar un rostro, ¿Quién nos dice que ahí mismo no podemos una letra?

Rafael Ruvalcaba

Diseñador gráfico egresado de la Universidad Autónoma del Noreste en 2019.

Mentor en Invader Institute con algunos años de experiencia y desarrollo en el entorno digital, principalmente en agencias como Grupo W y Black&Nemone. Aprendiendo continuamente de su universo, un gustoso y apasionado por la tipografía.

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